Como Aerox, ofrecemos a nuestros clientes soluciones sostenibles para las emisiones de olores industriales. Junto con nuestros clientes, solucionamos así las molestias derivadas de estas emisiones. Por ello, también recibimos regularmente preguntas sobre las molestias por olores, qué son exactamente y cómo medirlas.
Medición del olor
Medir el olor de forma objetiva no es fácil. El olor en sí es una cuestión muy compleja de cuantificar y calificar. Además, el grado de olor experimentado también depende de cada persona. Al fin y al cabo, los valores que asignamos a la inmensa mayoría de los olores son aprendidos. Sin embargo, no todas las apreciaciones olfativas están determinadas culturalmente: la finalidad primordial del olfato es repeler o atraer. Así, nuestro sistema límbico responde a preguntas como «¿es peligroso?» o «¿es comestible?». Ciertos olores evocan inmediatamente una respuesta de defensa y eso está muy bien. Al fin y al cabo, podría tratarse de un olor perteneciente a algo que supone un peligro inmediato. Otros aromas hacen justo lo contrario y evocan reacciones positivas. Sin embargo, la percepción de la inmensa mayoría de todos los olores depende de lo que a uno le hayan enseñado y de cómo se etiquete algo.
Desde el punto de vista biológico, químico y psicológico, el olfato y nuestra percepción de él es un campo muy interesante. Sólo recientemente se ha investigado mucho al respecto. Al tratarse de una cuestión subjetiva, el valor hedónico es el criterio más utilizado en la práctica para medir y valorar los olores. Esta escala va de -4 a +4, siendo -4 insoportable y +4 muy agradable. Un valor hedónico de cero representa la neutralidad. Esta escala es utilizada por los gobiernos y la industria para determinar las molestias por olores y también para determinar qué nivel de olor (la concentración de olor) sigue siendo aceptable. De este modo, para un olor con un valor hedónico bajo (más olor), se permite una concentración de olor más baja.
Es importante incluir en las evaluaciones no sólo el valor hedónico de un olor, sino también la sensibilidad a un olor y su concentración actual. La sensibilidad a un olor se expresa como un valor umbral: aquella concentración a la que el 50% de un grupo representativo de personas percibe el olor en cuestión. Esta concentración suele expresarse como el número de unidades de olor por unidad de volumen. El valor numérico de la concentración de olor expresado en unidades de olor por m3 de aire (ouE/m3) es el número de veces que el aire que contiene olor debe diluirse con aire sin olor para alcanzar el umbral de olor. Por lo tanto, 1 ouE/m3 es, por definición, el umbral o límite de olor, determinado por un panel de olores formado por 4-6 personas seleccionadas que estadísticamente huelen igual. La metodología para medir las concentraciones de olor se establece en la norma europea EN 13725.
Molestias por olores
Las molestias por olores son el resultado acumulativo de molestias repetidas causadas por concentraciones de olores. Las concentraciones máximas suelen determinar hasta qué punto las personas experimentan molestias, independientemente de que estén o no influidas por la habituación a los olores. Esto suele reflejarse en alteraciones del comportamiento. Este cambio de comportamiento puede manifestarse de forma activa (quejarse, cerrar ventanas, sentarse menos en el jardín, dejar de invitar a conocidos) o pasiva (señales al encuestar a través de respuestas anómalas). Las molestias por olores suelen ser sólo una molestia, pero también pueden tener consecuencias: algunas personas se sienten menos cómodas, otras tienen dolores de cabeza o náuseas. Por tanto, las molestias por olores pueden provocar un deterioro del bienestar tanto físico como mental (efectos sobre la salud y percepción negativa). El alcance depende, entre otras cosas, de la sensibilidad olfativa de cada persona. Es diferente en cada persona.
Así pues, son muchos los factores que contribuyen a la percepción de las molestias por olores: un bajo valor hedónico, una elevada frecuencia de exposición, la situación local, un estilo de comunicación orientado al problema, una actitud negativa hacia la fuente o el gobierno, y el temor a un aumento de la concentración de olores o a los efectos sobre el bienestar y la salud. De hecho, esto significa que las molestias pueden ser localmente mayores de lo que puede calcularse basándose en la relación general entre concentración de olor y molestias por olor. Con ello, a menudo nos encontramos con situaciones muy complejas en las que la objetivación y la cooperación suelen ser las únicas resistencias.
Como Aerox, siempre nos centramos en esta objetivación y colaboración. Esta inversión adicional de tiempo siempre aporta beneficios en el futuro. El resultado final de los esfuerzos conjuntos es que los entornos de nuestros clientes en todo el mundo disponen de aire fresco y, por tanto, de calidad de vida.
Erik C. Versteeg, director general de Aerox B.V., 12 de septiembre de 2017
